La estatua del León representa a una fiera alada de bronce (en un tiempo fue dorada), con una abundante minera que avanza con las fauces abiertas. En 1815, de regreso desde la incursión de Napoleón, cayó y se rompió en muchos pedazos. Fue restaurado por el escultor Bartolomeo Ferrari, el cual fue recompuesto con estructura de hierro y tachas de cabeza cuadrada. Las integraciones y restauraciones d inicios del siglo XIX (la cola, las alas, parte de las patas y un mechón en la cabeza) son claramente reconocibles. También el libro debajo de las patas fue rehecho en plomo. Las alas actuales son fruto también de la restauración.
La figura, en especial la cabeza, el pecho y los flancos, es sustancialmente original y en buenas condiciones.
En el pasado se creyó románico, asirio, indio, chino y sasánida: por razones estilísticas fue considerado obra medieval italiana. Como otras antigüedades venecianas, proviene de Constantinopla o, en cualquier caso, del Levante.
La cabeza con dos largos alerones estriados, las cejas volitivas y redondas, la melena de líneas repentes estilizadas, contribuyen para crear un efecto “temible”, con una innegable marca “oriental” que hizo pensar que el animal originalmente fue una quimera.
La estatua representa un ícono y un símbolo entre los más afortunados de todos los tiempos entre Oriente y Occidente, otorgando al león alado la identidad misma con el estado veneciano. El león se ha convertido con el tiempo no sólo el símbolo, pero el sello y la garantía del estilo veneciano reproducido en las monedas, los estandartes, las pinturas, los frescos y en las puertas y plazas de las ciudades venecianas del Mediterráneo.